lunes, 20 de abril de 2015

El triatlón contra la depresión




CAPITULO 1,

 

Cristina se hallaba sentada en una esquina de su casa, tras las sombras, intentando ocultar sus lágrimas; lágrimas que había hecho que se le corriera el maquillaje, provocadas por una profunda depresión que duraba ya un mes; apenas un minuto antes había terminado de hablar con su madre, la cual le había infundido ánimos, pero no la había sacado de la depresión.

Ella tenía encendida la televisión, aunque no la prestaba atención,  pero de repente giró la cabeza hacía la misma, y vio una carrera,  el primer atleta acababa de dejar la bicicleta, y salía corriendo para hacer los últimos kilómetros a pie; apenas 10 minutos después, el triatlón había finalizado.

Cristina se había animado al ver la cara de felicidad del ganador, y se decidió a coger la bici.  Al salir de su casa,  se dió cuenta de que habían construido una piscina en su misma calle, y tras dar una vuelta en la bici, la dejó en su casa, y a continuación Cristina bajó y se metió a la piscina.

Comenzó a repetir ese acto deportivo a diario,  y un día pensó que a lo mejor podría estar preparada para un triatlón

Un mes más tarde, Cristina estaba corriendo, y  un cartel llamó su atención, en él ponía:

  Triatlón en el Lago de Hierro, 500 m nadando, 10 Km en bici y 1Km corriendo, ¡Apúntate en internet!

 Cristina, volvió a su casa corriendo, buscó la página web y se inscribió a él.

 

 

 

Capítulo 2

EL TRIATLÓN

 

Cristina estaba en el pantalán para saltar al agua, escuchó la voz que anunciaba el comienzo de la carrera y acto seguido se tiró al agua.

Hasta ese momento había nadado sola, pero ahora había más gente, gente que la cogía de la pierna y la empujaba para atrás. Ella no tardó en reaccionar, comenzó a darse impulso con mayor fuerza, y cogió la curva lo más cerrada posible, cuando salió del agua iba la quinta, fue rápido al aparcamiento de las bicicletas, se puso el casco y se subió a la bici, ella pedaleaba con fuerza, pero cuando se dio cuenta estaba en el inicio de una subida, lo dio todo, pero no podía continuar ascendiendo, y se cayó al suelo, aun así no se rindió, se levantó, volvió a pedalear y acabó el recorrido en bici, se quitó el casco ,apartó la bici y comenzó a correr,  sintió como sus piernas volaban sobre el estrecho camino de tierra rodeado por césped, iba sexta, pero podía apreciar la poca distancia que la separaba del resto de corredores y corredoras, vio la meta, y la recta final, cerró los ojos, e hizo un último sprint, un sprint para terminar de vencer su depresión, y sin darse cuenta, había acabado en el tercer puesto.

La emoción todavía fue a más cuando al subirse al Pódium escuchó la voz del  megáfono que decía:

 -En tercer lugar la triatleta Cristina Rodríguez, que ha conseguido una marca mínima para representar a la selección española en los juegos olímpicos.

Cristina estaba tan emocionada, que no pudo escuchar los nombres de las dos personas que habían quedado por delante de ella.

 

 

 

CAPÍTULO 3

LA SELECCIÓN ESPAÑOLA

Cristina estaba en Avilés, en la pista de entrenamiento, sabía que la prueba que iba a hacer le pedía más que aquel triatlón en El Lago de Hierro, pero no estaba preocupada a pesar de la gran responsabilidad que recaía sobre ella, se puso sus zapas nuevas y salió a correr diez kilómetros, nadar  uno y medio y montar en bici veinte con su entrenadora personal.

Tras llegar a Atenas, realizar su último entrenamiento, y prepararse mentalmente, Cristina salió del vestuario, vio a las miles de personas que se encontraban allí, miró a las cámaras de televisión y les dedicó una sonrisa,  no había estado nerviosa nunca, y no se puso nerviosa tampoco en esa situación, simplemente se concentró, calentó y esperó al momento en el que se le daría la señal de salida.

Ese momento llego rápido, Cristina se colocó en sus tacos de salida, y escuchó el disparo al cielo y se tiró al agua, allí nadie la tiraba de la pierna, y ella podía avanzar a un gran ritmo,  avanzaba sin pausa durante los mil quinientos metros, adelantaba a otras nadadoras, y algunas la adelantaban a ella, salió del agua en un sprint hacia su bici se puso el casco y pedaleó con fuerza. Ella sabía lo que se le venía encima ,  otra subida como la de El Lago de Hierro, pero no estaba dispuesta a caerse, hizo una pedaleada y se encontró en una bajada muy larga, en la cual, no se podía ver el final, así que decidió lanzarse sin frenar,  pero de repente se dió cuenta de que la bajada terminaba en una curva, frenó todo lo posible, pero no pudo evitar un derrape que le dejará un susto metido en su cuerpo, aun así ella no paró,  dejó la bici y se dispuso a correr los  diez kilómetros restantes, vio  en una pantalla la información y las posiciones,  ¡ iba primera ¡ e hizo un esfuerzo por continuar, pues el cansancio estaba empezando a tener efectos;  tras cuarenta minutos corriendor, Cristina vio la meta, iba empatada con la que unos segundos atrás iba pisándole los talones,  y entonces sin darse cuenta, cerró los ojos e hizo un último sprint exactamente igual que en El Lago de Hierro:  Había cruzado la meta.

Al mirar la clasificación vio que había quedado segunda, a Cristina no le importó la clasificación, no le importó que se le hubiera escapado la carrera en el último momento, simplemente, se quedó con que había vencido la depresión y llegado muy alto en su vida.

FIN                                            

Nicolás Pérez Ruiz

Primera entrada


Mi personaje.

Guillermo era un chico de cabello rubio, de ojos castaños y despiertos nariz chata y una estatura media, era travieso e inteligente, y le gustaba mucho llamar la atención.

Tenía un poco de hiperactividad y no podía estarse quieto en clase, pero lo que no sabía era que su vida iba a cambiar en cualquier momento.

Guillermo estaba en clase, se estaba poniendo nervioso, ya que llevaba media hora sentado,  y no aguantaba más, en cuanto pudo, se levantó, levó la silla hacia la pared, y se sentó en el respaldo, pero cuando termino de sentarse, notó un calambrazo y rápidamente se echó hacia atrás, sin darse cuenta del sonido de la silla resquebrajándose, Guillermo tuvo tanta mala suerte, que se clavó la silla en la espalda durante la caída, y se partió la columna a la mitad, sintió un momento de no poder respirar, y se desmayó,

Cuando se despertó, estaba en la enfermería de la escuela, se sintió aliviado cuando comprobó que ya podía respirar, intentó levantarse para ver si tenía alguna herida, pero su agobio volvió en cuanto notó que no podía levantar la cabeza; intentó levantar una pierna, un brazo, cerrar la mano… pero nada, fue entonces cuando la enfermera llegó, con una silla de ruedas y le dio una triste noticia… se había quedado cuadripléjico.

La vida de Guillermo cambió desde aquel momento, ya no podía correr, andar, ni moverse, estaba atado a esa silla de ruedas para siempre, pero aparte de eso, había otros pequeños inconvenientes, cómo se iba a rascar, cómo iba a orinar, y cómo iba a hacer excrementos, no se quería imaginar lo que podía ser de él, en aquel momento, no sabía qué hacer pero simplemente reflexionó, sobre por qué se había sentado así, cómo obtener un poco de diversión, toda la vida que le quedaba por delante, y consideró la posibilidad de una vida después de la muerte.

 

Guillermo llevaba cuatro días en la U.C.I., se había vuelto muy reflexivo, y estaba muy cansado, cerró los ojos, pero escuchó un golpe en la puerta, enseguida, vio a Pedro entrando en la sala, con un D.V.D.  Guillermo saludó a Pedro, y le indicó donde debía poner el disco, entonces miró a la televisión, en ella vio a sus amigos de clase cada uno mandándole un mensaje de apoyo, desde el más al menos simpático, cuando termino el video, Guillermo estaba muy emocionado, pero eso no era todo, de la puerta, empezaron a salir, sus compañeros uno por uno, cada uno con un regalo, todos le abrazaban y le animaban, fue entonces cuando Guillermo se dio cuenta de que podía haber perdido muchas cosas, pero todavía tenía lo más importante; sus amigos

 

Nicolás Pérez Ruiz. 1º A de E.S.O